domingo, 23 de octubre de 2011

Una acusación inoportuna y extemporánea.

Fernando Gerbasi

El triunfo de Juan Manuel Santos a la presidencia de Colombia fue tan contundente,  que en el ámbito bilateral puede interpretarse como una derrota más a las aspiraciones del presidente Chávez de  proyectar, a nivel regional,  su revolución bolivariana, ya que de esta manera Colombia, pieza clave en esta estrategia, por voluntad popular le dio un no rotundo.

Consecuentemente, los planteamientos del nuevo presidente electo colombiano,  desde el mismo momento de su triunfo de restablecer las relaciones diplomáticas y comerciales   con los países vecinos, entiéndase Ecuador y Venezuela, encontraron receptividad en las autoridades de nuestro país. Ello, porque al presidente Chávez, cuya imagen está profundamente deteriorada a nivel internacional, le conviene dar demostraciones de buena vecindad. La designación de María Angela Holguín, diplomática experimentada,  avezada y quien fuera Embajadora exitosa ante Chávez, abría nuevas perspectivas y de allí que el 14 de este mes el presidente anunciara que estaba evaluando la posibilidad de asistir a la toma de posesión, el próximo 07 de agosto, del nuevo presidente de Colombia y autorizaba al ministro Maduro a reunirse con la ministra  designada Holguín. Todo indicaba que era posible pensar en un mejoramiento sustantivo de las relaciones bilaterales con la llegada de Santos a la presidencia.

No obstante, esta política pragmática, fundada en el  dialogo y totalmente distinta a la confrontacional aplicada por Uribe frente a Venezuela no fue del agrado del presidente saliente. De ahí que desde el primer momento fuera enfático al declarar que Colombia no requería de una diplomacia “cosmética”, “babosa” e “hipócrita”. Para detener los avances en el acercamiento Santos – Chávez que ciertamente se venían dando pues ya existían conversaciones “oficiosas” entre personeros representativos de uno y otro,  no encontró mejor vía que desempolvar, el 15 de julio, es decir un día después de las declaraciones positivas de Chávez frente a las iniciativas de Santos,  las reiteradas acusaciones de presencia de jefes guerrilleros en territorio nacional.

Ciertamente el factor de mayor  perturbación en las relaciones bilaterales ha sido y continua siendo las relaciones equívocas, ambiguas y dudosas que existen  entre el presidente Chávez o miembros de su gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC -EP). Pero también es cierto que hasta ahora Colombia no ha presentado, y mucho menos ante organismos internacionales, pruebas contundentes que demuestren fehacientemente la presencia de la narco guerrilla en nuestro país, en especial de sus jefes. Aún más, no hay que olvidar que Uribe a pesar de hacer estos señalamientos desde 2005 no dudo en solicitar al presidente Chávez, en agosto de 2007, que actuara como mediador entre él y las FARC en la búsqueda de un acuerdo humanitario. A los pocos meses tuvo que retractarse al constatar que había cometido un gravísimo error.

Todo parece indicar que estos movimientos políticos de última hora del presidente Uribe responden más a situaciones internas que al verdadero deseo de desenmascarar, una vez por todas,  la posible colaboración que el gobierno venezolano le presta a las narco guerrillas colombianas. Hay que recordar que María Angela Holguín le renunció a la Embajada ante las Naciones Unidas a Uribe porque éste le nombró a hijos de importantes políticos en su personal diplomático. Fue una postura digna y decorosa que al parecer no se olvida.

El nombramiento de Juan Camilo Restrepo, hombre honesto, serio y respetado en Colombia y declarado crítico de las políticas económicas de Uribe, en particular la agraria,  al frente del Ministerio de Agricultura  no ha caído bien en el gobierno saliente. Ello, porque con toda seguridad tratará de echar luces sobre el escándalo del Agro Ingreso Seguro (AIS) que tanto afectó políticamente a Andrés Felipe Arias, verdadero delfín de Uribe.

El gobierno de unidad nacional propuesto por Santos en el cual tendrían cabida acérrimos críticos de Uribe como el líder de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, a quien se le menciona como futuro ministro del interior tampoco es bien visto por Uribe y sus allegados.

Otros pasos dados por Santos, hasta ahora, marcan importantes diferencias con Uribe, como lo es la búsqueda de una reconciliación entre el Ejecutivo y el Poder judicial o el silencio de Santos frente a las dificultades judiciales que enfrentan varios ex ministros o cercanos colaboradores del presidente Uribe.

En fin, todo pareciera indicar que las denuncias de la presencia de la narco guerrilla en nuestro país no obedecen necesariamente a la voluntad de descubrir la verdad sobre un tema que tanto ha afectado las relaciones bilaterales, sino que por el contrario se pretende ponerle trabas a la futura política exterior de Santos. Y ha tenido efecto. El presidente Chávez ya anunció que no irá a Bogotá el 07 de agosto y amenazó, si la actitud de Uribe persiste, en romper definitivamente relaciones con Colombia.

Por ello concluimos que la acción emprendida por el gobierno del presidente Uribe, si no presenta pruebas contundentes en la reunión del jueves 22 de julio de 2010 de la OEA, es inoportuna y extemporánea. 

Caracas, 19 de julio de 2010. 

Ponencia « Expansión internacional del proyecto bolivariano « Socialismo del Siglo XXI » » del Embajador Fernando Gerbasi, Director del Centro de Estudios Estratégicos y Relaciones Internacionales, CEERI. XX Seminario de Seguridad y Defensa . Toledo, 26 – 27 de junio de 2008.

Ciertamente el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, se ha convertido en personaje imprescindible de las primeras páginas de los principales diarios del mundo como consecuencia de sus elocuentes declaraciones y posturas revolucionarias, enfrentamientos constantes contra el imperialismo norteamericano y sus aliados o reacciones desproporcionadas frente a políticas adoptadas por terceros. Para muchos y en distintos confines adelanta una gran revolución en  favor de los pobres y desposeídos. Sin embargo, sus alianzas con países de dudosa reputación democrática o considerados como “Estados forajidos” o el apoyo que brinda a movimientos terroristas así como la carrera armamentista en la cual se ha embarcado, genera, hoy por hoy, preocupación en muchos gobiernos, organizaciones no gubernamentales, partidos políticos, generadores de opinión y en fin, en un amplio espectro de la opinión pública internacional.

Las relaciones internacionales pasan por un momento particular que puede  calificarse de difuso e impreciso, en momentos en que varias crisis de gran magnitud, como la alimentaria, la de los altos precios de la energía, la del medio ambiente y la posibilidad real de una recesión generalizada, ponen en peligro la paz y la estabilidad mundial.

De aquel sistema internacional de unos pocos poderosos estamos pasando, paulatinamente a uno nuevo en el que surgen  nuevos actores con capacidad de acción mundial o regional, pero aún no han podido demostrar su capacidad de  asumir adecuadamente sus responsabilidades y hacerse coparticipes en las decisiones internacionales, especialmente cuando reconocemos que vivimos en un mundo globalizado e interdependiente. A ello  hay que agregar que al lado de los Estados   una gran variedad de  organizaciones globales o regionales, de Organizaciones No Gubernamentales, empresas trasnacionales así como medios trasnacionales de comunicación social, milicias, movimientos religiosos,  movimientos  políticos y organizaciones terroristas han alcanzado un cierto grado de poder.

Podemos entonces concluir que entramos en una era en la que el mundo no está dominado por uno o dos   Estados como en el pasado reciente, ni mucho menos por varios Estados sino por múltiples actores que poseen y ejercen varios tipos de poder. Esto es lo que Richard N. Hass, [1]Presidente del Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos llama la “Edad de la No Polaridad”.

La América Latina,  a pesar de sus riquezas naturales y la que ha generado como consecuencia del progreso económico sigue siendo esencialmente un continente desigual. Según el Grupo de Biarritz[2], que agrupa en su seno a más de 25 ex-jefes de Estado latinoamericanos, nuestra región ha vivido en los últimos años una crisis de gobernabilidad. Aunque realizó un gran esfuerzo por redemocratizar sus sitemas políticos, ella confronta, hoy por hoy, tres amenazas a su estabilidad política : aquella que  deriva de la propagación dentro de la región de nuevas patologías globales como el narcotráfico, el terrorismo, la corrupción y el armamentismo ; otra que suge de las tensiones debido a  las rupturas sociales como consecuencia de la aplicación, en la década de los noventa del modelo de desarrollo neoliberal y la última, que nace de la propia incapacidad de los sistemas políticos latinoaméricanos tradicionales – partidos, gobiernos y congresos – para manejar estas  coyunturas de ruptura.

Conviene entonces detenerse un momento en la política internacional que adelanta su gobierno y los fines que persigue, en particular a partir de 2004 cuando se consolida en el poder con su triunfo en le llamado referendo revocatorio al cual convocaron las fuerzas democráticas que lo adversan.


El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez,  desde finales del 2004 viene aplicando una política exterior enmarcada en los cambios cualitativos y cuantitativos que se han dado en las relaciones internacionales y los ha aprovechado positivamente para establecer fuertes alianzas geopolíticas, geoestratégicas y geoeconómicas, tanto a nivel regional como mundial,  que dan soporte y difusión  internacional  al proyecto revolucionario bolivariano que él dirige.

La política exterior de Venezuela se desarrolla en el marco conceptual del llamado “Socialismo del Siglo XXI” y busca profundizar, proyectar y expandir geográficamente la “Revolución Bolivariana”. Por lo tanto,  delinea claramente la idea del enfrentamiento de dos polos ideológicos: Capitalismo versus Socialismo, y  como propuesta única y alternativa para Venezuela y el mundo: el Socialismo del Siglo XXI que emana de la Revolución Bolivariana.

De allí se desprende que el interés internacional de Venezuela es establecer preponderantemente relaciones internacionales basadas en un intercambio político-ideológico como primera bandera, por encima de los intereses económicos, con países que compartan la postura antiimperialista. Su arma de “negociación”: el petróleo.

Para lograr sus objetivos el interlocutor principal serían las organizaciones y grupos sociales, facilitando el sistema de relaciones entre ellas y de estas con los gobiernos, en especial las que hacen vida en países con pensamiento contrario al socialismo, con la idea de convertirlas en “semillas de nuevos estados para la construcción de un mundo nuevo”. [3]

Todo esto quedó ratificado en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación para el período 2007-2013[4], aprobado por la Asamblea Nacional el 13 de diciembre de 2007, el cual tiene un extenso capítulo  dedicado al tema  de las relaciones internacionales denominado: “Nueva Geopolítica Internacional”, que  se basa en la diversificación de las relaciones políticas, económicas y culturales, con la idea de construir un mundo multipolar, a través de la creación de nuevos polos de poder que representen el quiebre de  la hegemonía del imperialismo norteamericano y en el que el desarrollo energético desempeñará un papel fundamental. Lo que se pretende es, a través de  la expansión de la revolución bolivariana, consolidar un nuevo liderazgo internacional del “Socialismo del Siglo XXI”, para en definitiva fortalecer el proceso internamente.

Este Plan traza   los siguientes objetivos fundamentales: 

Identificación y definición de una política de construcción y articulación de los nuevos polos de poder geopolíticos en el mundo, mediante nuevos mecanismos de integración y la construcción de una innovadora matriz de poder mundial, a través de cambios en el ámbito financiero, mediático, militar y político.

Afianzamiento de los intereses políticos comunes entre los países, dándole prioridad a los valores políticos compartidos y a partir de allí diseñar estrategias comunes para el intercambio económico y social.

Establecer como puntal para la conformación de un nuevo mapa geopolítico el desarrollo energético. Venezuela debe convertirse en exportador integral de energía. Buscará internacionalizar, bajo la figura de empresas mixtas, la exploración, producción y comercialización de la energía, promoviendo las alianzas estratégicas, con inversiones extranjeras no controladas por los ejes hegemónicos.

Construcción de nuevos esquemas de cooperación económica y financiera para el apalancamiento del desarrollo integral y el establecimiento del comercio mundial justo.

Profundización del intercambio cultural, educativo, científico y comunicacional, a través de redes de comunicación alternativas entre los Estados aliados. Fomentar discusiones académicas en la búsqueda de las soluciones que demandan el intercambio político y económico de la Revolución Bolivariana, entre Estados, organizaciones gubernamentales, grupos sociales y ciudadanos del mundo. La transmisión de información y  de producción de conocimiento será centralizada a través de las embajadas venezolanas y soportada por una plataforma tecnológica.


En el marco de los antes expuesto, el Gobierno Bolivariano ha logrado alianzas extra regionales fundadas en valores políticos compartidos, especialmente con Irán, Siria, Bielorrusia y Rusia, mientras que con China, India, Vietnam, Malasia y otros, se pretende una mayor relación económica, social, cultural, científica y tecnológica.

Vale la pena detenerse en algunas de esas alianzas por su carácter emblemático. Tal es el caso de la relación con Irán, cuyos objetivos esenciales son: romper la hegemonía del imperio norteamericano, promover intereses comunes antiimperialistas y consolidar una postura común en los organismos internacionales. Con este país hemos suscrito 170 acuerdos en las más variadas áreas que van desde la petrolera hasta la construcción de bicicletas pasando por la creación de fondos financieros binacionales de cooperación internacional. En abril del presente año, durante la V Comisión Mixta binacional, ambos países suscribieron nuevos convenios y discutieron 192 proyectos conjuntos.

Chávez le ha abierto a Ahmadinejad las puertas de Bolivia, Ecuador, Nicaragua e incluso de Cuba. Esta nueva influencia que se hace presente en nuestra región no es vista con buenos ojos por la gran mayoría de los países latinoamericanos, incluyendo Argentina y Brasil.

Venezuela ha apoyado a Irán frente a las sanciones que le ha  impuesto la ONU; ello llevó a Javier Solana a declarar oportunamente que “estas no son las mejores amistades para ningún país de la América Latina y no creía que hubiera ninguna ventaja en hacer relaciones con un país que está sancionado por la ONU”.

En lo que respecta a Bielorrusia, Chávez y Lukashenco han intercambiado visitas oficiales y han suscrito más de treinta acuerdos bilaterales en diversas y variadas áreas entre los que destaca uno de cooperación técnico-militar por el cual Bielorrusia dotará a Venezuela de un sistema de defensa. Entre ambos gobiernos existe una amplia aproximación política.

Rusia se ha convertido en el gran proveedor de armas para Venezuela, donde  ha adquirido desde fusiles Kalashnikov, así como la licencia para producir estas armas y sus municiones, pasando por 24 aviones Sukhoi, helicópteros y posiblemente adquiera, en los próximos meses, como mínimo dos submarinos clase Varshavianka, lanchas patrulleras Mirage, buques Murena-E y sistemas móviles costeros capaces de abatir con sus cohetes embarcaciones a distancias de hasta 130 kilómetros. Las  compras ascienden a unos 4.000 millones de US$, pudiéndose duplicar durante los próximos años según declaraciones de las propias autoridades rusas.

La adquisición de material y equipos militares, tanto en Rusia como en otros países,  que está por encima de las necesidades reales del país en materia de defensa y seguridad, unido a la creación del cuerpo de Reserva Nacional que abarca ya unos cien mil hombres,  ha generado inquietud en varios países del hemisferio.

Uno de los rasgos más visibles de esta nueva política exterior venezolana es la utilización permanente de la dialéctica de la confrontación con aquellos países que considera sus adversarios ideológicos. Así, en el desarrollo de esta política se suelen provocar roces, tensiones, incidentes diplomáticos, hasta crisis que han llegado al extremo de desplegar efectivos militares en la zona de frontera como ocurrió en el pasado reciente con Colombia. Todo ello genera un clima de animosidad sin precedentes en las relaciones internacionales de la Venezuela contemporánea.


En cuanto a la América Latina, procura un nuevo MERCOSUR y una nueva CAN, la consolidación del eje Cuba – Venezuela – Bolivia y del ALBA como alternativa a los TLC, el fortalecimiento de la integración latinoamericana a través de mecanismos como UNASUR, Petrosur, Petrocaribe, Petroandina, Banco del Sur, Telesur, iniciativas éstas que están apuntaladas en la bonanza petrolera y que persiguen elevar el protagonismo de la “revolución bolivariana”. En suma, lo que se ha logrado en la práctica es afectar los mecanismos de integración vigentes.

Pretende, en definitiva, la conformación de un Bloque Latinoamericano de Poder, que lleve al establecimiento de una nueva institucionalidad basada en la democracia participativa, la inclusión de los pueblos y su participación en mecanismos internacionales. Igualmente quiere neutralizar la acción del imperio fortaleciendo los movimientos alternativos sociales, agrupaciones campesinas, organizaciones indígenas, entidades cooperativas, movimientos sociales, “intelectuales progresistas”, incluyendo los existentes en los propios Estados Unidos, por citar algunos.

Lo anterior ha significado que  además de los canales tradicionales de las relaciones Estado-Estado con los gobiernos de ideologías afines, se ha ido conformando una nueva vanguardia con los movimientos sociales, particularmente latinoamericanos,   para dar forma a esa penetración de la ideología bolivariana en el continente. Para ello  se ha puesto en marcha una política de financiamiento y ayudas al exterior, especialmente dirigida a los sectores menos favorecidos, a través de programas de ayuda  en materia de salud, educación, deportes, soportada por los altos ingresos petroleros, que paralelamente muestra al mundo el proyecto político del Presidente Chávez.[5]

Las embajadas venezolanas se han convertido en difusoras y promotoras del contenido, objetivos y logros de la Revolución Bolivariana,  promoviendo la movilización de masas, en los países ante los cuales se encuentran acreditadas,  en apoyo al proceso revolucionario.[6]

Todo lo anterior se ha traducido por una injerencia en los asuntos internos de otros Estados latinoamericanos lo que ha motivado serias protestas oficiales en Perú, Costa Rica, El Salvador, Chile e incluso la solicitud de retirar al Embajador como en México y Argentina. La alianza política sustentada en la capacidad financiera de Venezuela así como la presencia de asesores y técnicos, incluyendo en algunos casos militares, es incuestionable con  Bolivia, Nicaragua y Ecuador. En el caso de Cuba existe esa alianza y elevado apoyo económico pero son los cubanos quienes tienen una masiva presencia en nuestro país en calidad de asesores en materia de seguridad, defensa, educación, salud, deporte e incluso telecomunicaciones.

Mención particular merece la relación con Colombia.

Desde la llegada del Presidente Chávez al poder dos concepciones distintas han prevalecido entre Colombia y Venezuela en cuanto al ejercicio de la  democracia, el papel del comercio internacional en pro del desarrollo interno, las relaciones regionales y el equilibrio geopolítico. No obstante, ello no ha sido óbice para que las relaciones bilaterales no continuaran desarrollándose, con altibajos, e incluso crecieran en lo que respecta al intercambio comercial, la relación económica y la cooperación en distintas áreas y sectores, en particular el energético.

Para Colombia es necesario preservar el creciente intercambio comercial, en particular las exportaciones de ese país hacia Venezuela, así como la relación económica al tiempo que contener cualquier expansión del proyecto bolivariano en su territorio que pudiera afectar adversamente la política de “seguridad democrática”. Para Chávez, Colombia representa un obstáculo significativo para la promoción y puesta en práctica de su proyecto político, especialmente por su relación privilegiada con los Estados Unidos, de ahí que pretenda una mayor influencia en la vida política colombiana con miras a conquistar en las próximas elecciones de 2010 un presidente afín a su proyecto geoestratégico regional o incluso un aliado incondicional.

El grave error del Presidente Chávez ha sido la alianza estratégica que estableció  con las FARC, particularmente a partir de septiembre de 2007 y la cual lo llevó a defenderlas internacionalmente. Ella fue corroborada por los documentos conocidos hasta ahora de las famosas computadoras del jefe guerrillero Raúl Reyes. Este apoyo incondicional a un movimiento terrorista, vinculado al narcotráfico, ha desdibujado mundialmente la imagen del buen revolucionario que de Chávez algunos tenían. Esa alianza se estableció en aras del proyecto revolucionario del “Socialismo del Siglo XXI”.

Concluyo señalando que  la expansión continental del Proyecto Bolivariano se ha revelado como uno de los ejes centrales de la actual política exterior venezolana. Como puede constatarse, la exportación del modelo político “Bolivariano” se apuntala en los ingentes recursos financieros provenientes de los altos precios internacionales del petróleo puestos al servicio de este proyecto y operativamente a través de los diversos grupos y movimientos alternativos que se han constituido en el hemisferio. 

En definitiva, para muchos gobiernos, políticos y especialistas, el Presidente Hugo Chávez por su carácter impredecible y poco confiable, sus alianzas estratégicas con países calificados de forajidos, con movimientos terroristas dentro y fuera de la región, se  ha convertido en un factor que potencialmente pone en peligro la paz y estabilidad regional e incluso mundial. Todo depende de las circunstancias que tenga que afrontar y cómo las quiera aprovechar para beneficio propio y de su proyecto político denominado “El socialismo del Siglo XXI”.



[1] Hass, Richard N. “The age of Nonpolarity. What will follow U.S. Dominance”. Foreign Affairs, May/June 2008.
[2] Ver en Internet en la siguiente dirección electrónica: http://www.cmeal.org/grupo-de-biarritz.php
[3] Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela (2007). Exposición de Motivos del Proyecto de Reforma Constitucional presentado por el Presidente de la República: Presidencia de la República”. Proyecto Reforma Constitucional. Propuesta del Presidente Hugo Chávez. Agosto 2007. http://www.analitica.com/media/9949568.pdf

[5] Lourdes Cobo. “Venezuela y el mundo transnacional: Instrumentación de la política exterior venezolana para imponer un modelo en América Latina”. www.ildis.org.ve/website/administrador/uploads/DocumentoVenezuelayelMundoTransnacionalCobo.pdf
[6] Basado en el Plan Nacional de Desarrollo de Venezuela 2007 – 2013 y en la Exposición de Motivos al Proyecto de Reforma Constitucional propuesto por el Presidente Hugo Chávez.

Revueltas, Revoluciones y las Redes Sociales.

Fernando Gerbasi

Todos vimos con asombro e inusitado interés como desde inicios de este año un conjunto de revueltas y revoluciones se han producido en distintas partes del mundo, y cómo Twitter y Facebook no trasportan sólo el ocio entre los jóvenes, sino que por esas redes sociales circuló y circula  algo más que eso, mensajes con efectos políticos aún impredecibles.

En la década de los sesenta del siglo pasado, Marshall Mac Luhan desarrolló sus teorías y sus observaciones sobre las comunicaciones planetarias. Fue él quien por primera vez habló de la “aldea global” (the global village). El investigador canadiense señalaba que la presencia contundente y masiva de los medios internacionales de comunicación y su desarrollo electrónico convertirían al planeta en una aldea que compartiría los mismos contenidos informativos.

Es una realidad que durante el Siglo XX se vivieron avances muy importantes en el desarrollo tecnológico, esencialmente en aquel relativo a una mejora sustancial de las computadoras. Ello permitió, entre otras cosas, el impresionante desarrollo del Internet, y que se pudiera hablar de una “sociedad global de la información”,  a partir del momento que el propio Internet permitió un intercambio activo de la información, no importando las distancias, ni las fronteras. El advenimiento  de este siglo trajo lo que comúnmente conocemos como las redes sociales que permiten que las personas interactúen en tiempo real, independientemente de dónde se encuentren, país o región del mundo.

Sin embargo, a pesar de estos avances, el número de usuarios de Internet sigue concentrado en los países desarrollados. Estadísticas correspondientes al 31 de marzo de 2011 nos indican la siguiente penetración de Internet a nivel de las regiones geográficas: Norte América,   73,9%; Oceanía/Australia, 60,1%; Europa, 50,1%; América Latina y el Caribe, 30,0%; Medio Oriente, 23,7%; Asia, 18,5% y África, 6,7%.

En lo que va de año hemos vivido un ciclo de cambios políticos, quizás aún inconcluso,  en los países árabes del norte de África y otros del Medio Oriente, que para muchos son consecuencias directas del uso masivo del Internet y de las redes sociales. Tal es el caso que Wael Ghonim, ejecutivo de Google, y quien estuvo a la base, por sus comentarios en Twitter y en Facebook, del gran movimiento revolucionario egipcio, ha dicho que “Si quieres liberar a una sociedad, dale Internet". Esta receta, es compartida por aquellos que consideran que las revoluciones populares que han depuesto a los Gobiernos de Túnez y Egipto, y más recientemente al de Libia y amenazan con derrumbar a otras tiranías semejantes en Siria, Bahréin, Yemen, constituyen la prueba fehaciente de que el poder emancipador de las nuevas tecnologías de comunicación es real.

En  Túnez, país que tiene una población de unos diez millones y medio de habitantes, al 31 de marzo de esta año alrededor de tres y medio de ellos utilizaban el Internet,   lo que representaba una penetración del 33,9%. Al mismo tiempo en Egipto, con una población mayor pues cuenta con ochenta y dos millones de habitantes, unos veinte millones disponen de Internet lo que constituye una penetración del 24,5%. Este no es el caso de Libia y Siria.  El primero de estos países tiene seis millones y medio de habitantes, unos trescientos cincuenta mil acceden al Internet lo que representa una penetración de tan sólo el 5,4%; mientras que Siria se encuentra en una situación algo mejor pues la penetración del Internet a nivel de la población de ese país es del 19,8%, en Bahréin del 53,5% y en Yemen del 9,7%. Cifras dispares.

No cabe duda que la Primavera Árabe fue un hito histórico y que así como la revolución luterana se apoyo en los cambios que trajo consigo la imprenta, las revoluciones de los países árabes del norte de África se apoyaron en las redes sociales para favorecer los levantamientos sociales así como para organizarlos rápidamente.  Si bien Twitter y Facebook facilitaron la transmisión del mensaje no pueden ser considerados la causa de las revueltas. Las redes sociales fueron, simplemente, una de las herramientas más potentes utilizadas para cohesionar el mensaje, particularmente en Túnez y en Egipto.

Según el propio creador de Facebook, Mark Zuckerberg, “Las revoluciones árabes recientes no han existido gracias a Facebook. Pensar eso sería arrogante e irreal. Se han dado porque la gente se ha hecho con las riendas de su destino. Aunque Internet ha ayudado, claro.” (e-G8 Forum. The Internet: Accelerating growth. Paris 24-25 de mayo de 2011)

 O como nos señala el filósofo español Eduardo A. Prieto: “Para cambiar la realidad no basta con aprovechar las ventajas que la rapidez y la relativa seguridad de la comunicación digital suponen para constituir la opinión pública, sino que esta debe acompañarse necesariamente de la fuerza de la masa ciudadana, dispuesta a ejercer la violencia sin desprenderse, en ningún momento, del aura de la que todavía gozan los cuerpos en la época de su presunta reproductibilidad técnica. Son ellos, no Twitter ni Facebook, los que están derribando a las dictaduras. “

Es interesante constatar que  todo este movimiento que terminó con los gobiernos de Alí (27 años en el poder), Mubarak (30 años gobernando) y más recientemente Gadafi (42 años de autocracia), no tienen tanto que ver con la miseria, el desempleo y el analfabetismo reinante en varios de esos países, pero  si con el deseo de los ciudadanos de disponer de sus vidas y de acabar con la humillación sistemática a la que les sometían  Gobiernos dictatoriales, autocráticos, militaristas y nepóticos. Como elemento novedoso dentro del mundo árabe es la constatación que  estas revoluciones  han buscado directamente derribar a los gobiernos sin proclamarse antiamericanas o  anti sionistas como movimientos similares lo hicieron en el pasado. Por otra parte, esta búsqueda de una mayor libertad en el mundo árabe debe preocupar, particularmente por sus consecuencias geopolíticas, a Irán e Israel y también a los Estados Unidos que verán erosionada su hegemonía sobre esos países.

Más recientemente hemos vivido revueltas importantes en otros países que conviene señalar, como es el caso de España e Israel, en las que las redes sociales también han desempeñado un importante papel en la convocatoria. El 15 de mayo del año en curso, un movimiento de reciente data, Democracia Real, inspirados en las revoluciones árabes  y  antes de ellas en las revueltas de los estudiantes en Grecia por la crisis económica, convocó, a través de las redes sociales,  a una serie de protestas pacíficas en España a fin de  manifestarse a favor de una mayor democracia más participativa, distinta a la que le proponen los dos partidos políticos principales de ese país, el PSOE y el PP, así como contra el dominio  y omnipresencia de los bancos y grandes corporaciones. Igualmente exigían una verdadera división entre los poderes que constituyen el Estado. Este movimiento luego se conoció como 15-M, y posteriormente de los indignados.

Lo que viene ocurriendo en España es una crítica a la democracia formal europea. Desde hace ya tiempo se viene hablando en la Unión Europea del déficit democrático,  lo que hace que sus instituciones estén alejadas de los ciudadanos. Podemos concluir que mientras en el mundo árabe la razón fundamental de las recientes revoluciones ha sido y es a favor de la democracia, el movimiento de los indignados en España lo que tiene es una propuesta regeneradora y transformadora, que le exige realidad a la democracia, porque al ciudadano le sobran circunstancias pero le falta democracia.

Durante el último mes Israel ha sido objeto de revueltas, un país en el que tales manifestaciones parecían impensables. Sábado tras sábado los ciudadanos manifiestan. Más de un cuarto de millón de ciudadanos se fueron a las calles de ciudades de todo el país. Protestan contra el alto costo de la vida y las injusticias sociales. Critican la “creciente brecha entre ricos y pobres, y la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos”. Los organizadores del movimiento, que han utilizado las redes sociales  para convocarlo,  presentaron al gobierno un pliego petitorio que incluye vivienda accesible, educación gratuita, derechos económicos para las mujeres y eliminación de la carga tributaria para israelíes ordinarios.

Podemos apreciar, como escribió Moises Naim en su artículo de El País del 14 de agosto, que hoy en día a uno le pueden hacer el siguiente planteamiento sin dar la respuesta correcta: “Seleccione el país de donde proviene la siguiente noticia: "En las últimas semanas, calles y plazas han sido tomadas por miles de personas que protestan contra el Gobierno y por la situación del país. En algunos lugares, las manifestaciones se han tornado violentas". Las opciones son: Azerbaiyán, Chile, China, España, Filipinas, Grecia, Indonesia, Israel, Portugal, Reino Unido, Rusia, Tailandia. La respuesta es fácil: en todos. Y la lista podría, por supuesto, incluir Bahréin, Egipto, Jordania, Marruecos, Libia, Siria, Túnez o Yemen.” Y agrego, en todos, ciertamente, las redes sociales han sido la herramienta fundamental para convocar la reacción de los ciudadanos.

Concluyo que a pesar de todo, que  solo las mujeres y hombres que se llenan de coraje, fuerza y determinación, son quienes producen los cambios que la sociedad exige: derrocan gobiernos autócratas, cambian políticas y asumen nuevos retos de libertad.

Fue un acto físico, brutal, ejercido sobre su propio cuerpo y no los intercambios de mensajes entre personas anónimas de las redes sociales, el que prendió la llama en Oriente Próximo. Era un joven vendedor callejero, de nombre Mohamed Buazizi, que se auto inmoló para protestar porque la policía le había arrebatado el carrito de verduras con el que se ganaba la vida.